El Pecado
“Antes que pase adelante, os
quiero decir que consideréis qué será ver este castillo resplandeciente y
hermoso, esta perla oriental, este árbol de vida que está plantado en las
mismas aguas vivas de la vida, que es Dios, cuando car en un pecado mortal: no
hay tinieblas más tenebrosas, ni cosa tan oscura y negra, que no lo esté mucho
más… Ninguna cosa le aprovecha; y de aquí viene que todas las buenas obras que
hiciere estando así en pecado mortal, son de ningún fruto para alcanzar gloria…”
Santa Teresa
de Jesús, “Castillo Interior”.
Por: J. Alex Us Valle (Integrante Grupo)
Todos nacemos
inclinados al pecado, el hombre nace con el pecado original y privado de
gracia, este se borra con el Bautismo, pero permanece la inclinación de la concupiscencia,
la voluntad se halla, debilitada y la inteligencia oscurecida. Por otro lado
nuestros tres enemigos: mundo, demonio y carne; nos empujan al mal.
Aun así
podemos resistir a las tentaciones a través de la gracia de Dios y las
oraciones que cada cuando le elevamos pidiendo fuerza. Cuando llegan las
tentaciones debemos orar y salir huyendo de las ocasiones de pecado, como diría
un buen sacerdote, el P. Lee (Q.E.P.D); “ser cobardemente valientes”.
Hay tres
requerimientos para que tenga lugar un pecado:
1. Que
la cosa sea mala o se crea que es mala (da lo mismo que sea de pensamiento,
voluntad, palabra, obra u omisión).
2. Darse
cuenta que aquello es ofensa a Dios, porque va en contra de su voluntad.
3. Hacerlo,
pensarlo o desearlo a pesar de que se ve que es malo.
Si se cumplen
estos tres sin falta, su ha cometido un pecado, si se diesen solo dos no se da
este.
Pecado Mortal y Pecado Venial
Son las dos
clases de pecado que se pueden cometer, el pecado mortal es toda aquella ofensa
más grande que se puede hacer a Dios, a través de este se pierde la vida de
gracia, se deja de ser Hijo de Dios y se hace merecedor del infierno. Este es
en sí aquel que quebrantan en su totalidad los mandamientos de Dios.
En la segunda
categoría, pero no por eso menos importante está el pecado venial, este no quebranta
del todo los mandamientos de la ley de Dios, no perdemos la vida de gracia;
pero se debilita nuestro vínculo con Dios. Esto nos predispone a cometer
pecados mortales.
"La mejor forma de expulsar al diablo,
si no se rinde ante el texto de las Escrituras, es mofarse y no hacerle caso
porque no puede soportar el desprecio."
LUTERO