Eucaristía: Pan de vida
La Eucaristía es nuestro pan de vida, el mana bajado del
cielo, sin ese alimento celestial no somos más que simples mortales, gracias a
ella podemos tener una prueba de que Dios existe y se quedó para siempre con
nosotros.
De la misma forma en la que un día vino, así se quedó con
nosotros, dándosenos por entero y sin reservas, a la vez que se nos nosotros de
la forma más humilde, nos dio una grandiosa lección de humildad. Vino en un
pesebre, siendo rey del universo y el hijo de Dios, se anonado a si mismo se
hizo uno de nosotros, como diría san José Ma Escriba de Balaguer; se hizo perfecto
Dios y perfecto Hombre.
De ahí que su paso por nuestra tierra tuviese un solo
objetivo, nuestra salvación, para ello murió en la Cruz y resucito al tercer día.
Pero antes de consumar el misterio de nuestra salvación decidió quedarse para
siempre con nosotros, es por eso que el jueves previo a su muerte instituyo la
Eucaristía: símbolo del misterio pascual.
Se quedó con nosotros en un trozo de pan, escondió ahí toda
su divinidad y su humanidad, como reza la oración del Adoro te Devote: “En la cruz se escondía solo la divinidad pero aquí también se esconde la humanidad…”
En ese misterio tan hermoso llamado Eucaristía esta Cristo,
nuestro hermano, Amo y Señor, a quien debemos todo, de ahí la necesidad de
adorarle y dejarnos caer de rodillas ante su magnificencia; solo a Él podemos
acudir cuando tenemos problemas, pues nos ayudará
en esa pelea de dos, que es nuestro paso por esta vida.