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jueves, 25 de febrero de 2016

Eucaristía: Pan de vida

La Eucaristía es nuestro pan de vida, el mana bajado del cielo, sin ese alimento celestial no somos más que simples mortales, gracias a ella podemos tener una prueba de que Dios existe y se quedó para siempre con nosotros.

De la misma forma en la que un día vino, así se quedó con nosotros, dándosenos por entero y sin reservas, a la vez que se nos nosotros de la forma más humilde, nos dio una grandiosa lección de humildad. Vino en un pesebre, siendo rey del universo y el hijo de Dios, se anonado a si mismo se hizo uno de nosotros, como diría san José MEscriba de Balaguer; se hizo perfecto Dios y perfecto Hombre.

De ahí que su paso por nuestra tierra tuviese un solo objetivo, nuestra salvación, para ello murió en la Cruz y resucito al tercer día. Pero antes de consumar el misterio de nuestra salvación decidió quedarse para siempre con nosotros, es por eso que el jueves previo a su muerte instituyo la Eucaristía: símbolo del misterio pascual.

Se quedó con nosotros en un trozo de pan, escondió ahí toda su divinidad y su humanidad, como reza la oración del Adoro te Devote: “En la cruz se escondía solo  la divinidad pero aquí también se esconde la humanidad…”


En ese misterio tan hermoso llamado Eucaristía esta Cristo, nuestro hermano, Amo y Señor, a quien debemos todo, de ahí la necesidad de adorarle y dejarnos caer de rodillas ante su magnificencia; solo a Él podemos acudir cuando tenemos problemas, pues  nos  ayudará en esa pelea de dos, que es nuestro paso por esta vida.